
Son los fervorosos los que nos acusaron de no creer al defender lo que pone en la Biblia. Según este libro, Dios ya castigó a un pueblo por la veneración de imágenes (BECERRO DE ORO) y su hijo era contrario al sistema dominante de su Iglesia actual. Y parecemos ser nosostros, los acusados, los únicos que atacamos al nombre de Dios.
Nosotros lo único que hacemos es dudar de su existencia y ellos se dedican a promulgar que existe pero para hacerle oposición. Dicho gusto por oponerse a la realidad les hace ver ataques en todos los actos sociales. El último es este del contenedor de basura. Lo que se anunció como un traslado de contenedores, ellos lo han interpretado como un derribo de una iglesia. Al igual que pasó con la llegada al gobierno del PSOE y su interpretación de golpe de estado, vuelven a exagerar. Pero a las exageraciones ya nos tienen acostumbrados. La señorita MARIA CÁNDIDA exageró sus resultados electorales y faltó a la verdad cuando le fallaron sus 200 votos ficticios (incidencia electoral). Posteriormente y tras descubrir la incapacidad del Partido Popular para la suma, decidieron no acudir a las mesas electorales siendo la única anomalía de la última jornada electoral.
En cuanto a la situación de la fe ante la necesidad de un bien para un familiar, decir que en el momento que dicho familiar deja de tener la necesidad la fe se diluye. En caso de que la situación termine bien es fácil decir que todo ha sido gracias a un ser supremo y no a la ciencia. Pero si termina todo mal, y en coherencia con lo anterior, tambien tendriamos que responsabilizar a un ser supremo y no a la ciencia. Y en ese caso la ilusión, antes llamada fe, te hace pensar que Dios, de existir, es un HIJO DE PUTA. Pero nunca habrá sido fe real sino ilusión, es igual que cuando los familiares de enfermos se aferran a los curanderos, no es que crean en ellos es que les dan una esperanza que en esos momentos necesitan.
Por lo que todo es más lógico si se culpa a la ciencia, que sí acepta un margen de error. Además nuestros pensamientos hacen que nosotros no queramos estar subordinados a los antojos de ningún HIJO DE PUTA, porque opinamos que eso es, básicamente, una dictadura y ningún ser justo quiere eso, incluido vuestro Dios, de existir. A nosotros no nos preocupa si el hijo de la ministra nacerá, o no, con un cesme bajo el brazo. Lo que nos preocupa es saber si nuestras cabezas dependen de la voluntad de un HIJO DE PUTA.